Martes 19 Noviembre 2013
Martes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
Segundo Libro de Macabeos 6,18-31.
Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, de edad muy avanzada y de noble aspecto, fue forzado a abrir la boca para comer carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, marchó voluntariamente al suplicio,
después de haber escupido la carne, como deben hacerlo los que tienen el valor de rechazar lo que no está permitido comer, ni siquiera por amor a la vida.
Los que presidían este banquete ritual contrario a la Ley, como lo conocían desde hacía mucho tiempo, lo llevaron aparte y le rogaron que hiciera traer carne preparada expresamente para él y que le estuviera permitido comer. Asimismo le dijeron que fingiera comer la carne del sacrificio, conforme a la orden del rey.
Obrando de esa manera, se libraría de la muerte y sería tratado humanitariamente por su antigua amistad con ellos.
Pero él, tomando una noble resolución, digna de su edad, del prestigio de su vejez, de sus veneradas canas, de la vida ejemplar que había llevado desde su infancia y, sobre todo, de la santa legislación establecida por Dios, se mostró consecuente consigo mismo, pidiendo que lo enviaran de inmediato a la morada de los muertos.
«A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario, muchos jóvenes creerán que Eleazar, a los noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas.
Entonces también ellos, a causa de mi simulación y de mi apego a lo poco que me resta de vida, se desviarán por culpa mía, y yo atraeré sobre mi vejez la infamia y el deshonor.
Porque, aunque ahora me librara del castigo de los hombres, no podría escapar, ni vivo ni muerto, de las manos del Todopoderoso.
Por eso, me mostraré digno de mi vejez entregando mi vida valientemente.
Así dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, al morir con entusiasmo y generosidad por las venerables y santas leyes». Dicho esto, se encaminó resueltamente al suplicio.
Al oír estas palabras, que consideraban una verdadera locura, los que lo conducían cambiaron en crueldad la benevolencia que antes le habían demostrado.
Pero él, a punto ya de morir bajo los golpes, dijo entre gemidos: «El Señor, que posee el santo conocimiento, sabe muy bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto crueles dolores en mi cuerpo azotado; pero mi alma los padece gustosamente por temor a él».
De este modo, Eleazar dejó al morir, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de generosidad y como recuerdo de virtud.
Salmo 3,2-3.4-5.6-7.
¡Señor, cuántos son mis adversarios,
cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que me dicen:
«Ya no tienes en Dios salvación»!
Mas tú, Señor, eres mi escudo,
mi gloria, el que levanta mi cabeza.
Tan pronto como llamo al Señor,
me responde desde su monte santo.
Yo me acuesto y me duermo,
y me levanto: el Señor me sostiene.
No le temo al pueblo que me rodea,
que por todas partes me amenaza.


José Luis Cotallo Sánchez, hijo de Eugenio y de María, nació en Cáceres el 2 de junio de 1922. Empleado de correos, militante de la Juventud masculina de A.C.
Estudió bachiller en el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Cáceres. Dos cursos de Filosofía y;
uno de Teología en el Seminario de Coria. Cuatro cursos de Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca (1943-47) Premio Extraordinario en Teología Dogmática Fundamental y en Instituciones de Derecho Canónico. Ordenado sacerdote el 21 de julio de 1946. Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 1947.
Consiliario de Acción Católica, más de 7 años de jóvenes, 7 años Consiliario de Hombres, 3 años de la HOAC. Profesor de Religión de varios centros 7 años. Asesor religioso de PROA.
Coadjutor de las parroquias de San Juan, de Santiago, 5 años. Rector y profesor del Seminario de Cáceres.
Delegado Diocesano de la OCSHA, de la Unión Misional del Clero y pro “Clero Indígena”, más de 6 años. Del 30 de julio de 1957 al 1 de julio de 1959, Capellán de Emigrantes Españoles y de la Colonia Española en Sao Paulo, en Brasil.
Director de los Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Cáceres, más de 5 años. Delegado Episcopal Patronato Provincial de Archivos, Bibliotecas y Museos, más de 4 años.
El día 1 de Noviembre de 1965 fue nombrado Director del Colegio Diocesano.
Murió el 20 de septiembre de 1970 a los 48 años.




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